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36 horas en LA

Antes que nada, quiero aclarar que el objetivo de este artículo no es en lo absoluto "romantizar" el hecho de que estuve menos de dos días en Los Ángeles, como si esto fuera algo intrépido, valiente o incluso heróico. No, para nada. Fue un viaje bastante ajetreado, al igual que el estilo de vida que había estado llevando desde hacía 2 meses (¿sólo 2 meses?...hubiera jurado que llevaba años así). Es por esto que hasta ahora, ya más tranquila, pude regresar a recordar lo que significaron para mí esas 36 horas en la ciudad de las estrellas.




El motivo detrás de este viaje express fue para vacunarme con el booster shot de mi primer dosis. Eran fechas complicadas, ahogadas de trabajo (no llenas, ahogadas), entonces por más que me hubiera encantado quedarme al menos 1 día más, sabía que esto solo complicaría mi existencia (o tal vez no tanto, pero así era como yo me sentía en el momento). Así que sin más, entre proyectos, exámenes y mucho trabajo, hice mi maleta 20 minutos antes de salir al aeropuerto, añorando entre dobleces y cierres poder empacar más de 2 cambios de ropa, pero sabiendo que esto sería inútil y hasta ridículo de mi parte.


Llegué al aeropuerto un viernes en la tarde, después de más de 2 horas de tráfico, y compré algo de comer antes de que mi vuelo comenzara a abordar. En el inter, como siempre, me conecté ansiosamente al wifi para intentar adelantar algo - lo que fuera - de mis varios pendientes. Para ese punto del semestre, cuando solamente me quedaba 1 mes de clases antes de graduarme, recuerdo que mi única motivación para seguir adelante era la presión y el miedo de no acabar todo el trabajo, porque realmente creía que esto podría ser posible. Tan era así, que cuando perdí la conexión de internet al momento de despegar, sentí un ligero alivio seguido de una ola de ansiedad, porque "¿cómo iba a perder 3 horas de mi valioso tiempo solo para volar a Los Ángeles?" Una tragedia, así era como yo lo veía. No me quedó más que respirar, respirar y volver a profundamente respirar mientras veía cómo me alejaba de la tierra : ya estaba volando, y no había nada que pudiera hacer al respecto.


Por más que sabía que lo ideal hubiera sido aprovechar ese tiempo para dormirme y recuperar un poco del cansancio y desgaste acumulado, mi cabeza no dejaba de molestarme con preocupaciones imposibles de resolver, así que opté por entretenerme con alguna película del amplio catálogo disponible en la pantalla enfrente de mí. Encontré la que me acompañaría durante mi vuelo : Rocketman (una gran, gran elección).


Llegué a Los Ángeles con ojos rojos, un poco de hambre y varias melodías pegadas. Era casi media noche y mi cerebro no estaba procesando nada : me llevaba de forma automática por mi maleta y hacia migración, sin percatarse si quiera que ya estaba en otro país. Casi una hora después me encontraba en el coche de Jime, camino a su casa y con un repentino rush de energía proveniente de, finalmente, darme cuenta que estaba en LA con una de mis mejores amigas que hacía mucho que no veía, escuchando en vivo y a todo color sobre su loca, ocupada y cambiante vida en esta enorme ciudad.


Esa noche dormí tan profundamente que el siguiente día tuve que esforzarme un poco más de lo normal para levantarme de la cama cuando sonó la alarma. Si iba a estar solamente 1 día y medio con Jime - porque al final el hecho de estar en LA era completamente circunstancial - claro que lo iba a aprovechar al máximo.


Desayunamos en su casa, platicamos un rato con sus roomies y nos encaminamos a Beverly Hills. Nuestro plan era simplemente caminar por ahí, no obstante, en cuanto vimos un cafecito coqueto inmediatamente decidimos sentarnos a platicar. Nos pusimos al corriente de todo lo que había pasado en nuestras vidas esos últimos 9 meses desde la última vez que nos vimos, en los que mantuvimos el contacto pero realmente no nos contamos a lujo de detalle todas las transformaciones externas e internas que tuvimos, al igual que todas las aventuras que cada una vivió según su contexto.


Eso es lo mágico de re-conectar con viejas amistades : cada quién está en su rollo, tomando nuevas oportunidades y encontrando su camino; pero cuando hablan es como si el tiempo no hubiera pasado, y siempre encuentran esos puntos en común que son la base y esencia de su amistad, al igual que nuevos intereses con los que se identifican y a partir de los cuales pueden crecer de la mano.


Podría describir a detalle nuestro café de tres horas; la comida-cena en uno de mis restaurantes favoritos de LA, nuestro paseo nocturno lleno de risas por Santa Monica; la salida improvisada a un bar bastante dudoso en West Hollywood; la mortal desmañanada al día siguiente para llegar a la cita de la vacuna; el buen desayuno de despedida; el camino hacia el aeropuerto cantando a todo pulmón (no sé con qué energía); y mi pequeño susto llegando a la puerta de abordar...




Sin embargo, lo que quiero recalcar, y el objetivo de este artículo, es que en medio de una época muy ocupada y por circunstancias ajenas a mí, acabé en Los Ángeles re-conectando con una amistad de años que no veía desde hace varios meses, y que por más que tratábamos de mantener el contacto, siempre terminábamos atrapadas en los mil quinientos pendientes que la vida nos imponía constantemente. Con lo que me quedo de esta corta experiencia es que hay que aprovechar cada oportunidad de realmente estar con una persona, cultivar la relación y crear nuevas memorias. Como me decía Jime :"va a pasar tan rápido que vas a pensar que fue un sueño", y sí, ha sido uno de los sueños más bonitos que he tenido.



... and I think it's gonna be a long long time, 'til touchdown brings me 'round again to find, I'm not the man they think I am at home, oh no, no... I'm a Rocketman, burning out his fuse up here alone.





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